#ElPerúQueQueremos

foto: diego pérez/spda

Opinión: Sobre el futuro climático y acuerdos globales en un mundo en constante cambio

En un 2024 marcado por cumbres globales y acuerdos históricos, las promesas de enfrentar la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y las desigualdades siguen chocando con la falta de financiamiento y acciones concretas. Mientras las negociaciones avanzan lentamente, la sociedad civil emerge como un actor clave para transformar compromisos en soluciones reales y sostenibles.

Publicado: 2024-12-04


Desde los últimos meses los líderes mundiales vienen reuniéndose en importantes espacios para desarrollar la agenda climática que es clave para el planeta. Una muestra de esto es que, en setiembre, luego de años de negociación; finalmente se aprobó el Pacto para el Futuro, un acuerdo multilateral con 56 acciones en cinco ejes que buscan enfrentar los desafíos comunes hacia la paz, los derechos humanos y el balance ambiental en el actual escenario de la inteligencia artificial.

El Pacto busca el desarrollo sostenible trazando caminos claros hacia una economía verde basada en los objetivos de desarrollo sostenible en el marco de sus ejes de paz y seguridad internacional. Este tema resuena especialmente en Perú, tomado por el crimen organizado transnacional, en especial por la minería ilegal y el narcotráfico.

Otro eje importante aborda la Tercera Revolución Industrial en pleno desarrollo. Este aspecto vuelve imprescindible el cierre de la brecha tecnológica entre los países para garantizar que la tecnología catalice el desarrollo inclusivo y no la desigualdad. En este escenario la juventud se presenta como un actor clave con sus propias demandas: lograr la igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y niñas, facilitando el acceso a la justicia y oportunidades para todos. Esto pasa por asegurar –en todos los niveles- la creación y gestión de instituciones eficaces e inclusivas que rindan cuentas y defiendan los derechos humanos y las libertades fundamentales, acelerando esfuerzos y compromisos por restaurar, conservar y utilizar de forma sostenible el medio ambiente, protegiendo a los pueblos indígenas, así como sus conocimientos y tradiciones locales.

En octubre la COP 16, Conferencias de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad, que se desarrolló en Cali, Colombia; fue un espacio para la negociación de más de 20 metas y objetivos para enfrentar la creciente pérdida de biodiversidad en el mundo, así como la urgente necesidad de incrementar las acciones para la conservación y uso sostenible de la naturaleza, mediante la gestion de los recursos naturales, la implementacion del marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal; la justicia ambiental, equidad y el financiamiento para la biodiversidad.

Dos acuerdos claves se lograron durante la COP 16, reconocida como la COP de la gente: el reconocimiento de los pueblos indígenas, comunidades locales y afrodescendientes en el Convenio de Diversidad Biológica (CBD) y el consenso sobre uno de los temas más complejos: la creación del Fondo de Cali, en el que las empresas deberán aportar parte de las ganancias o beneficios que obtienen del uso de las secuencias digitales de recursos genéticos (DSI), utilizadas en una serie de actividades para la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica, incluidas la taxonomía y la vigilancia de especies invasoras. Aunque este nuevo mecanismo multilateral resulta importante para la conservación, aún existen temas pendientes como la falta de acuerdo en el financiamiento y el monitoreo del cumplimiento del Marco Global de Biodiversidad.

Ahora nos encontramos en la COP 29, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que busca lograr que los Estados logren un acuerdo efectivo para hacer frente a la crisis climática. El Acuerdo de París estableció como requisito legal que todos los Estados se comprometan a reducir sus emisiones de Gases de Efecto Invernadero para no superar un aumento de la temperatura global de 2 °C respecto a los niveles preindustriales, pero, ¿realmente se ha cumplido con este compromiso?

De una revisión rápida de la situación podemos decir que en los ultimos años el incremento de la temperatura ha sido drástico, y las consecuencias las vivimos a nivel global: sequías, huracanes, inundaciones y múltiples fenómenos naturales en magnitudes nunca antes vistas. Lo que hace más preocupante a esta crisis es la continua pérdida de biodiversidad, medios de subsistencia y de un sinnúmero de conocimientos y riqueza tradicional a lo largo del planeta. Se dijo que la COP 29 tendría como uno de sus ejes principales el financiamiento climático en busca de que los paises mas afectados por la crisis puedan transitar un camino ordenado hacia una economía sin carbono ni combustibles fósiles, en el marco del respeto a los derechos humanos.

Pese a esto, parece ser que el máximo objetivo de la llamada «COP de la financiación climática», está lejos de lograrse. Las negociaciones no avanzan y los recursos no llegan a los países y lugares afectados por el acelerado e imbatible cambio climático. Algo positivo, sin embargo, es que se viene avanzando en la adopción del artículo 6° del Acuerdo de París, que allana el camino para un mercado mundial del carbono, respaldado por la ONU.

Cumbre del G20

Para cerrar este “huracán” de negociaciones y discusiones, también se dio la Reunión de Líderes del G20 en Rio de Janeiro, en la que los líderes de las economías mas fuertes del mundo, firmaron una declaración conjunta con un acuerdo en temas como el uso de nuevas tecnologías, cambio de matriz energética y política climática.

En esta importante cumbre mundial también asomó el tema de la consolidación de una Nueva Meta Cuantificada de Financiamiento Colectivo para el Clima (QCG, por sus siglas en inglés), ademas de un mensaje clave para la humanidad: el de eliminar gradualmente los subsidios a los combustibles fósiles comprometiéndose a acelerar las transiciones energéticas justas, limpias y sostenibles.

Pese a un 2024 lleno de reuniones, negociaciones y discusiones, con una problemática claramente mapeada a nivel mundial, se hace evidente la necesidad de una hoja de ruta clara con fondos tangibles, que genere cambios y reduzca con urgencia impactos que son vividos por todas las especies del planeta. Se necesitan compromisos políticos prácticos que demuestren que -por encima del crecimiento económico temporal y parcial de unos países- están los intereses comunes.

En el caso del Perú, por ejemplo, debemos enfocarnos y organizarnos para ampliar la protección del 30x30 , que constituye un gran reto, sin duda; pero ¿cómo hacerlo si aún estamos sumidos en esquemas de desarrollo que tienen a los combustibles fósiles o al extractivismo y el cortoplacismo como ejes centrales de nuestra economía sin indicio de cambio?, ¿cómo hacerlo si la ilegalidad sigue destruyendo el patrimonio natural sin contar con ninguna barrera que la frene o que asegure, por lo menos, una dura batalla contra esta lacra?

La esperanza está en la sociedad civil. Así lo han reconocido las COP desarrolladas en este año. Existe una población en crecimiento, interesada en involucrarse y en entender y proteger a nuestro planeta. ¿Cómo avanzamos en las negociaciones de hoy y de los años que vendrán? No debemos perder de vista a las personas. Por ellas debemos enfrentar y aterrizar todas las negociaciones en los territorios y sus poblaciones que sienten en carne propia los efectos de la crisis climática.

Esta necesidad se acrecienta más en una región como la nuestra donde la inestabilidad política y la debilidad institucional son factores que juegan en contra de las políticas ambientales o de los propios mecanismos para la protección del patrimonio natural en peligro.


Escrito por

Silvana Baldovino Beas

Silvana Baldovino Beas, abogada experta en derecho ambiental, con 20 años promoviendo políticas de conservación y derechos indígenas.


Publicado en

Silvana Baldovino Beas - Abogada especialista en Derecho Ambiental

Silvana Baldovino Beas, abogada experta en Derecho Ambiental, con 20 años promoviendo políticas de conservación y derechos indígenas.